¿Tan mal estamos comiendo?
Mi padre sabía decir: “Por lo menos sabes lo que comes”. Se refería al huevo de gallina de granja que juntábamos en el día, la leche que el mismo ordeñaba en vacas alimentadas naturalmente (le decía que era leche orgánica). La carne del novillito que veía crecer al lado de su madre pastando al aire libre, con mínimas vacunas , sin raciones ni aderezos y sin engorde forzado. La cajita aséptica, el huevo blanco, la carne con gusto a soja y exceso de líquidos: nuestro pan diario de cada día.
Esa sabiduría innata y esencial la fuimos perdiendo: por comodidad, por intereses de la industria alimentaria y, tal vez, por la complicidad de los laboratorios farmacéuticos que facturan millones. Nuestro sistema de salud es curativo, está distante de la prevención y predica una promoción de la salud tibia.
A continuación un simple repaso de algunos alimentos mitificados y crucificados. El huevo posee una sustancia que inhibe un 85% la absorción de su propio colesterol: ¿mejor entero? La fibra de la naranja hace que la absorción de su azúcar se lentifique disminuyendo el índice glucémico del jugo: ¿mejor completa? El componente graso de la leche, saciante, posee ácido butirico, acido linoleico conjugado e inhibidores del factor de crecimiento insulinico1 (anticancer): ¿mejor sin sacarle nada? La NATURALEZA TIENE SU "SABIDURÍA INTERIOR" ¿Y nosotros?.
Otro párrafo para lo que personalmente, tras revisiones bibliográficas, bauticé como NEURONUTRICIÓN O PSICONUTRIENTES. Para ilustar: la actividad física eleva el triptófano (precursor de serotonina) que juega una pulseada con los AMINOÁCIDOS DE CADENA RAMIFICADA en las aguas neuronales del cerebro. De esta competencia depende nuestra percepción y capacidad de esfuerzo. Por otro lado la leusina (un ramificado) enciende la producción de dopaminas que dan placer y ganas. Las proteínas de alto valor biológico de las carnes, el huevo y los lácteos aportan aminoácidos. También pueden considerarse el aporte de las ayudas ergogénicas naturales conocidas como “suplementos” teniendo en cuenta dosis, objetivo y parámetros de entrenamiento. Por ello la recomendación general del fabricante rara vez es la que corresponde a los requerimientos del consumidor individual, de allí la necesidad de evaluar nutricional, bioquímica y clínicamente. Algunos suplementos o nutrientes poseen efecto nutraceútico o beneficios médicos incluyendo la prevención y/o el tratamiento de enfermedades y hasta afectan (por carencia, normalidad o exceso) el estado de ánimo y sistema nervioso central.
Si, leíste bien: los nutrientes impactan tu intelectualidad, estados anímicos y por supuesto la respuesta psicofísica adaptativa al esfuerzo. Lo paradójico es que esta información viene de mis capacitaciones en nutrición para personas activas y, dentro de mi formación académica, las cátedras de Fisiopatología y Dietoterapia recomiendan inmunonutrientes o nutraceúticos en pacientes crónicos, hipercatabólicos o terminales en los capítulos de “Alimentación enteral y parenteral” (…).
¿Y los sanos? "¿Dejemos que enfermen, son más rentables?". Seguramente hay pesos pesados en la industria alimentaria y farmacéutica e intereses de grupos para evitar que la salud sea un capital natural del ser humano y su potencialidad.
Aclaro: no promuevo el mercado de la suplementación pero sí creo en una nutrición, que por definición, promueva la máxima expresión genética del ser humano y asegure la reproducción de la especie. Y estoy segura, como ustedes, de que la dudosa desregularización en la producción animal/vegetal, los intrincados procesos industriales alimentarios y la publicidad e implicancias del envase nos alejan “un poco” de eso. Quizás nos terminemos conformando con lo “menos peor” o el mal menor, al menos vale la reflexión. La verdad que cuando el antropólogo Levis Stauss decía "Los alimentos son buenos para pensar" estaba diciendo más de lo que imaginaba...
Y si, el abordaje es desde lo psico-inmuno-endocrino-metabolico esto es casi el futuro. “Deja que la comida sea tu medicina y la medicina tu alimento”. Casi 2.500 años después de Hipócrates seguimos inmersos en una indefinición anacrónica a nivel comprensivo y regulatorio. LIC MARISEL OGGERO MP 2371 UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA - PARA NOTIDIARIO LEVALLE. CBA. ARGENTINA OCTUBRE 2015